Nadar en Galicia depende, siempre depende

Cuando hablamos de nadar en aguas abiertas se podría decir que a todos nos vienen las mismas ideas a la cabeza: visibilidad, temperatura, corrientes,… Pero también es cierto que el adjetivo que le pongamos a continuación a cada una de ellas va a depender mucho del lugar del que estemos hablando. Si a los gallegos, especialmente a los que nadamos en las rías baixas, nos preguntan cómo son las condiciones para nadar en estas aguas, la respuesta será clara y, tirando de tópicos, muy gallega: depende.

Pero es que esto, más allá de los tópicos, es realmente así. La variedad de respuestas no se debe sólo a si vamos a nadar en el interior de una ría o en pleno océano, porque incluso dentro de una ría va a depender de si lo hacemos en su parte oriental u occidental, orillando, siguiendo su eje o atravesándola transversalmente, de si sopla viento o no y si lo hace, si es del Sur o del Norte.

Hay dos factores que destacan sobre los demás a la hora de nadar en las aguas de las rías baixas y que, además, suponen la gran diferencia respecto a hacerlo en otras costas peninsulares: las corrientes y la temperatura.

Es muy posible que para los que estéis leyendo esto desde otras latitudes os sorprenda saber que en verano dentro de las rías el agua suele estar bastante más fría que en el océano o que en la costa cantábrica. Esto significa que puede oscilar entre los 15ºC y los 20ºC, siendo la media unos 18ºC. Pero es que además puede bajar entre dos y tres grados en apenas un par de días… para luego tardar en recuperarse un par de semanas. Por eso depende de cuándo nos pregunten.

La razón de este peculiar comportamiento de la temperatura superficial es la existencia de un fenómeno que apenas se da en un par de costas más en todo el planeta, el llamado afloramiento, origen también de la riqueza piscícola de las rías, y por el que el agua superficial de éstas es sustituida por otra mucho más fría y profunda proveniente del océano. Este fenómeno se da cuando sopla viento del Norte Nordeste, que es el predominante en verano por la presencia del anticiclón de las Azores en latitudes altas. Pero éste no tiene por costumbre quedarse en el mismo sitio todo el verano.

Por ello, durante el verano de 2013, desde mediados de julio a principios de agosto, el agua en la zona de Ons estuvo a 21ºC, para en poco más de una semana desplomarse hasta los 15ºC con el role de los vientos a Norte. Sin embargo, en todo el verano de 2014 el agua no pasó apenas de los 18ºC hasta bien entrado el mes de septiembre, en que alcanzó los 20ºC y así se mantuvo hasta octubre. Por eso, si nos preguntáis a qué temperatura estará el agua el día de la prueba, no nos quedará más remedio que responder que depende.

El segundo factor característico de estas aguas son las corrientes superficiales. Al contrario de lo que sucede en el Mediterráneo, en las costas gallegas la oscilación de las mareas es muy significativa, de unos 3,5 metros, con lo que el proceso de llenado y vaciado de las aguas de las rías a lo largo de las casi 6 horas que dura cada oscilación supone la aparición de corrientes superficiales que se añaden a las producidas por el propio viento. Cuando ambas se suman pueden llegar a suponer velocidades cercanas a 1 m/s  (3,6 km/h) en la zona de Ons, que no parece mucho, pero si pensáis cuánto tardáis en nadar 3000 m en piscina ya no parece tan poco ¿Verdad? Pues imaginad lo poco que se avanzaría teniendo esa corriente en contra. Afortunadamente, lo normal es que con un régimen de vientos suave y de componente Norte o Sur (lo habitual para las fechas de la prueba), tengamos corrientes laterales, no frontales, y que además no superen los 0,4 m/s. Al igual que pasa con la temperatura, todo depende.

Pero hay algo sobre lo que si nos preguntáis, sí seremos unánimes: la belleza del lugar en el que vais a nadar. Tened en cuenta que saldréis desde la playa de un parque nacional, que no puede ser un parque nacional cualquiera cuando en Ons tiene a sólo unos metros de la salida un lugar llamado buraco do inferno, o cuando las Cíes fueron llamadas por los romanos las islas de los dioses.

Cuando este año nadéis los primeros 7 km en pleno Océano Atlántico podréis imaginar que pasáis sobre los restos de alguno de los 32 pecios hundidos y catalogados en aguas del Parque Nacional y luego, durante los siguientes 6 km bordeando un costa espectacular y heterogénea, de playas y acantilados, podréis disfrutar de los ricos fondos marinos, con sus bosques de algas, mejillones, erizos, estrellas de mar y, si hay suerte, los delfines os saludarán antes de la llegada.

Con corrientes o sin ellas, con frio o menos frio, os garantizamos que será una experiencia inolvidable, aunque bueno, eso depende ¿no?

 

Eugenio Fuentes, ingeniero aficionado a la Meteorología y experimentado nadador en aguas abiertas